«Ay, el amor de las mujeres!
Sabemos que es algo encantador y algo temible.
Todo a esa suerte lo echan, y si pierden
nada la vida tiene ya que darles.
Como el salto del tigre es su venganza
mortal,
rauda,
aplastante.
Su tortura
es tan real, que lo que ellas infligen lo sufren.
Tienen razón.
El hombre es a menudo muy injusto con el hombre,
con las mujeres lo es siempre.
Les une un único vínculo:
solo confían en la perfidia.
Enséñales a disimular.
Sus corazones, rotos, desesperan sobre su ídolo,
hasta que una lujuria más ardiente
las compra en matrimonio..
¿Y qué queda luego..?
Un marido ingrato, un amante infiel más tarde,
y después, vestidos, hijos, rezos…y se acabó todo.
Algunas toman un amante, otras se dan a la bebida o a las preces,
otras más cuidan de su casa, otras se disipan,
algunas se fugan y no hacen más que cambiar de preocupaciones,
perdiendo las ventajas de una posición respetable.
Mas pocos son los cambios que pueden mejorar su suerte
al ser la suya una situación antinatural
desde el palacio aburrido al sucio tugurio.
Y las hay que optan por ser perversas y luego escriben una novela.»
Lord Byron, Don Juan.
Copyright©2016-21L.S.