Hoy me despertaron unos besos con sabor a café.
Dejé la puerta entreabierta y le esperé medio dormida aún. Entre sabanas.
Sin ropa , con ganas de su acento.
Llegó, a la habitación y a mi piel.
Dejó el capuccino sobre la mesa y se enredó bajo las sábanas, entre mis piernas,
a golpe de beso enajenador.
Y así amaneció un viernes…tan excitante como su lengua de cafeína entre mis muslos.
Como sus palabras susurrando sonidos imposibles de descifrar bajo mi pelo…
L.S.
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