-Tus palabras son desordenes para mí.-
Me susurraste y callaste después.
-Corazón, déjame follar tu sonrisa-
Le contesté.
Y me escribiste, porque te expresas mejor así:
-Tus letras desordenan mi memoria
y entonces comienzo a navegar entre intenciones y maniobras caóticas.
Deseo y miedo nublan mi voluntad.
Me hablas y me deleito entre las vocales de tu nombre
mientras te imagino a escondidas, desnuda,
eterna, vulnerable.
Tan fuerte.
Tan tuya.
Desordenas y ordenas mi caos, mis noches y mi voluntad.
Aún así, quédate, permanece.-
Y me quedé.
Y me sigo quedando.
«Vuestra revolución ya no me interesa,
he descubierto un cosmos dentro de mí».
(Marat/Sade)
Copyright@2016-19L.S.